lunes, 31 de octubre de 2011

Friends and Lovers - Incubus

Los amantes. La literatura está llena de ellos. Desde Hermes y Afrodita hemos evidenciado la necesidad de esconderse para besar, abrazar y sexar. Ana Karenina, de León Tolstoi, también tuvo sus amantes. Ni qué decir de Madame Bovary, o de todas esas cortesanas que van caminando y contando sus historias en los cuentos de Canterbury, de Chaucer; o esas otras que narra el Decameron, de Boccaccio. Y el amante de Lady Chatterley, de D.H Lawrence. Esos amantes que Cortázar dice que "Ya están vestidos, ya se van por la calle. Y es sólo entonces cuando están muertos, cuando están vestidos, que la ciudad los recupera hipócrita y les impone los deberes cotidianos", a quienes quiero saludar. Esos amantes que en algún apartamento en Estambul se esconden para encontrarse, así como Kemal y Fusun, en el Museo de la Inocencia, de Pamuk. Ese otro amante que raptó a Helena sólo para crear la historia literaria más inigualable y hermosa y caótica. Esos amantes checos que se topan en ciudades y castillos franceses, como aquellos de La Lentitud y La Identidad, de Kundera. Creo que no hay necesidad de nombrar todos los amantes que tuvo la niña mala durante sus travesuras. Los amantes han existido en las novelas, así como también han existido los héroes. Ellos son osados y atrevidos, pero al acechar los contratiempos huyen. Dicen verdades a medias, para luego decir mentiras incompletas. No hacen promesas, pero en su silencio lo prometen todo. Con el tiempo, algunos van quedando solos leyendo historias y otros más osados quedan escribiendo blogs.
Nota:
http://pachangadepresiva.blogspot.com/ es un blog que todos los martes me presentaba un tema distinto de Incubus. Quiero darle un saludo a ese blog amigo con este tema del último trabajo discográfico de esta banda californiana que ha logrado cierta madurez musical y lírica -sobre todo con este tema y otros tantos de este mismo trabajo.


jueves, 20 de octubre de 2011

Heart

Hay un texto de Paul Auster titulado “El libro Rojo”; es una colección de cuentos cortos, tal vez reales, tal vez no. Hay uno principalmente que logra llamar mi atención. Se trata de una moneda que podría ser fácilmente el Zahir de Borges, que es lanzada desde la ventana de su casa y nunca toca el piso.

Mi historia no es con una moneda sino con un CD. Pero para hablar del CD tendré que hablar de ella, y antes de ella está él, y más atrás –o más adelante, mejor- estoy yo. El día de su cumpleaños –el de él- ella me llamó a pedirme que la acompañara a comprar un vino y un CD para él. Yo, callándome todo, accedí a acompañarla y sugerirle un buen vino Chileno Extra seco y un CD de esta banda que sabía que a él le iba a gustar porque él y yo éramos muy buenos amigos en ese entonces y compartíamos los mismos gustos, sobre todo en música y en “ella”. Luego de hacer las compras fuimos hasta el bar donde él nos estaba esperando, aunque sin mucha mora me despedí rápido y me fui para otro bar –necesitaba un trago o dos- No sé cómo siguió la noche, pero puedo imaginar cosas. Luego de un tiempo en que dejé de frecuentarlos supe por un amigo que las cosas se habían terminado, y que él había decidido regalarle el CD a mi amigo porque sencillamente no quería tenerlo más en su poder. Mi amigo lo aceptó porque para esos son los amigos y porque todos teníamos el mismo gusto musical. Y a mí aún me gustaba ella. Cuando mi amigo me contó del CD en su poder no pude evitar pedirle que me lo dejara ver, pues desde que la empleada de la tienda de discos lo había empacado no lo había vuelto a ver y ya habían pasado varios años, tal vez 2. Para mi sorpresa el CD estaba intacto como si jamás lo hubieran escuchado, el librito con las letras de las canciones estaba sin anotaciones y sin rayones. Le pedí a mi amigo que me lo prestara el fin de semana para poder escucharlo -Realmente estaba buscando tenerla a ella por ese fin de semana, pero no sabía dónde estaba, y lo único que encontré fue el CD- Al lunes siguiente fui hasta la casa de mi amigo y le entregué el CD como se entrega un mapa de un tesoro. Con el tiempo los volví a ver a él y a ella tomados de la mano. Me contaron que estaban viviendo juntos en la capital y que todo iba bien en sus vidas. Mi amigo también se iba para la capital y me llamó para despedirse invitándome a su casa. Cuando llegué tenía en su mano un paquete que me extendía su mano. Ahí supe que me estaba entregando el CD que ella le había dado a él, pero que él le había regalado a mi amigo. Sin decir mucho y diciéndolo todo me dijo que ese CD siempre había sido mío, desde el mismo momento en que ella lo compró.

El narrador de la historia de Paul Auster, que puede ser el mismo Auster, no se explica cómo más tarde a la entrada de un estadio ese mismo día encuentra una moneda que podría ser la misma que nunca tocó el piso de su calle.

martes, 11 de octubre de 2011

Smashing Pumpkins - 33

Sin proponérmelo siempre he sido como el salmón: voy contra la corriente. Así estamos; cuando tenía apenas 14 años, mis amigos estaban consiguiendo novia, y yo estaba leyendo comics y a Tolstoi y a Balzac. A los 18 cuando mis amigos estaban teniendo sexo, yo estaba leyendo a Cortázar y a Borges. A los 25 cuando mis amigos estaban buscando el amor de sus vidas, yo estaba leyendo novelas de R.H Moreno Durán y de Héctor Abad Faciolince. Ahora, a los 30 mientras mis amigos se están casando, yo estoy leyendo a Auster, a Roth y a Dickens.
Creo que aún me faltan muchos autores por leer.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Ciudad de Pobres Corazones - Fito Páez

Cuando el Señor Q, también conocido como Kú, era pequeño y estudiaba en la escuela, su profesora le indicó hacer un dibujo de su ciudad. Era tan pequeño y tan inocente que su dibujo reflejó colores y musicalidad: niños, árboles, sonrisas y amabilidad. Si hoy le dijeran a Kú que dibujara su ciudad, su bosquejo estaría lleno de tonos grises y negros; de carros mal parqueados en todas esquinas, de árboles mal talados, de basuras en todas las calles y avenidas, de tener entre 3 o 4 indigentes por barrio, de más autos y más motos ocupando el espacio de los peatones. Antes, cuando chico, para Kú la ciudad musical era la idea de tener un guitarra en cada casa y celebrar al ritmo de una guabina o un bambuco; hoy la ciudad musical sólo festeja eventos a ritmo de vallenato, y cantantes de reggaeton son acreedores de las llaves de la ciudad. Antes en la ciudad el formol se usaba para fines científicos; ahora se usa para amedrentar a una población estudiantil. Ahora que Kú se hace más viejo y más tonto entiende lo que Fito Páez intentó decir cuando decía "En esta puta ciudad todo se incendia y se va".
!Feliz Cumpleaños Ibagué!