martes, 15 de marzo de 2011

Sí. Los profesores de matemáticas son más inteligentes. Son mucho más serios también. Saben diferenciar cálculo infintesimal y cálculo diferencial. Saben despejar equis y saben que todo es exacto, medible; que no hay espacio para dudas.
A pesar de su estatura -usualmente son bajitos- logran escribir en el borde superior derecho del tablero la palabra solucion; así, sin tilde, y escribir una serie de corcheas, unos, ceros, yes, números que se repiten, se suprimen, se estiran desaparecen hasta dar con el resultado que es, generalmente, irreemplazable. Cuando su clase se acaba, él no borra el tablero porque quiere demostrarles a todos que él es más inteligente, que él puede despejar equis, así como el man de esta película en la que el matemático escribe hasta en las ventanas de su habitación. Él sabe que puede conquistar muchas mujeres (estudiantes) con una respuesta única, con una función, con un caso de factorización, y una E mayúscula que significa sumatoria. Cuando entro a clase y veo sus números y toda su expresión cuantitativa, sé que él es más inteligente que yo, y no sabe cuánto lamento no saberme las tablas de multiplicar y sumar con los dedos.
Él sabe, por ejemplo, que si pretende cubrir una distancia cubriendo mitades (2 metros, 1 metro, 50 cms, 25 cms, 12,5 cms, 6,25 cm) nunca llegará a su destino, a tus labios. Yo, por otro lado, sé que puedo llegar con mis palabras imprecisas, incorrectas e incoherentes a arrancarte una sonrisa y hasta una carcajada, sin necesidad de saber una regla de tres.

Nota: no sé qué canción (título) ponerle a esta entrada. Si por casualidad lees esta entrada en algún momento, no dudes, por favor, en dejar tu recomendación.