Aún siendo niña, no creo que haya sido tan niña. Tal vez por eso nunca aprendió a patinar, o a montar en bicicleta o a nadar. No tiene raspones en las rodillas, ni cicatrices en los codos. Ella siempre prefirió vestir su Barbie y pensar como una señorita. Así se lo dijo su mamá Tienes que ser toda una señorita a donde quiera que vayas. Ella lo entendió y por eso siempre actuó como una señorita, mas no como una niña. Siempre que vestía a su muñeca, pensaba en la ropa que ella tenía que usar también; la mejor obviamente, la más –como diría ella- fashion. Pensar en autos lujosos, en tener de todo para la casa. En su biblioteca existía un libro de Louisa May Alcott llamado “Mujercitas” (Little Women). No creo que lo haya leído alguna vez, pero supo que tenía que ser una mujer antes de ser una niña; por eso, mientras juntaba a su Barbie y a su Ken para un beso plástico de esos de telenovela, ella cerraba los ojos y se imaginaba siendo su muñeca.
Hoy tiene todo lo que siempre quiso, todo lo que le enseñaba a su muñeca, y sus amigos siguen siendo igual de imaginarios.
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