Si Shannon Hoon, Kurt Cobain y Layne Staley estuvieran vivos, serían las personas más felices del mundo hoy en día. Chris Cornell está de regreso con sus amigos del jardín (Soundgarden), Scott Weiland ha regresado a la base aérea (Stone Temple Pilots), el alopécico de Billy Corgan sigue reventando calabazas por todos lados (Smashing Pumkins) y los demás amigos de Alice han decidido echarle una manito con su vestido azul (Alice in Chains); y sin dejar de lado al Chino Moreno, que no es ni tan chino ni tan moreno, quien también ha regresado con diamantes para todos (Deftones). Es hora de las guitarras fuertes, de guardar la secadora, el rímel y la plancha pa’l pelo en el cajón de la hermana –de donde nunca tuvo que haber salido-, de las letras con sentido y con voces agresivas. Es hora de quitarse esa corbata fashionista y volver a las camisas de cuadros, a la ropa camuflada y a los tenis sucios.
Han regresado un poco más viejos, un poco más calvos y canosos; y creo que mis amigos y yo estamos un poco más calvos y más viejos también…y tal vez un poco más tontos, pero menos inocentes. Los cassettes y los pocos CDs originales de ese entonces aún reposan en nuestros cajones y gavetas, y estoy seguro que aún hoy nuestros BlackBerries, SmartPhones, iPods, PSPs llevan uno que otro temita de esos. De esos gruncheros.
Por lo pronto me quitaré esta camisa blanca manga larga, estos zapatos de cordón, me dejaré crecer un poco más el pelo, buscaré ese cassette que pasó de mano en mano por todos los del barrio y uno que otro del colegio, y compraré la boleta para el concierto de Stone Temple Pilots en Bogotá en Diciembre; antes no fui porque mi mamá no me daba permiso. Ahora tendré que preguntarle si sabe dónde dejé mis pantalonetas con bolsillos a los lados, la de los conciertos.