-Anoche casi no pude dormir –le dice al amigo a las 9 de la mañana después de que el teléfono sonara tres veces.
-Eso debe ser porque se va a morir –dice su amigo quien ha llamado a invitarlo a un juego de ajedrez a las 2 de la tarde.
-No digas tantas bobadas, hombre –y empieza reírse como nunca lo había hecho antes, intentando detener su risa para poder decirle a su amigo que sí va a ir al juego de ajedrez que habían acordado días antes, pero el ataque de risa no lo deja, y ríe, y tose, y se coge la panza, y sigue riendo sin parar entre espasmos de aire y carcajadas incontenibles hasta que su corazón deja de latir.
La batalla quedó inconclusa. Las armas quedaron afiladas. El campo de batalla quedó inmune. El juego ya no es tan serio. La muerte se ríe con él…finalmente.
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