martes, 14 de diciembre de 2010

The Magic Numbers - Forever Lost

Hace poco me preguntaron si tenía la mal-llamada malaridez existencial. Al parecer me notaron un poco ausente y huraño. Mi respuesta fue inmediata, pff no. Por supuesto que no. Todo está bien. Sin embargo, creo que tenían razón cuando me preguntaron y no lo había notado sino hasta ahora. La única diferencia es que no tengo la mal-llamada esa, sino que sufro de otra cosa que se llama la matemática existencial. Me gustaría que ésta fuera tan sólo no saber qué es un número primo o pensar que un número imaginario es el veinticatorce; pero no, la matemática va mucho más allá. La matemática existencial me considera un sumando, un producto, un factor; ni siquiera una teoría o un postulado. Pues no. Kundera (La insoportable levedad del ser, La lentitud) y Auster (City of Glass, Viajes por el Escritorio) hablan de esta existencialidad desde el punto de la literatura y argumentan que todo lo que hacemos viene con un orden matemático (exacto) y que siempre el resultado es desalentador, de allí que sus personajes siempre terminan mal. Esto se debe a la matemática. A ser reducidos a su mínima potencia, a que todo número multiplicado por cero da cero, a que no importa cuantos millones haya antes del cero, seguirán siendo tan inútiles y carentes de valor como el mismo cero. A que seno, coseno, tangente cotangente son tan inverosímiles como los mismos celos y la envidia. Kundera menciona el Eterno Retorno y cómo sus personajes pueden cometer el mismo error una y otra vez. Auster habla de Peter Stillmann y cómo él queda reducido a cero en una ciudad tan inmensa como Nueva York donde los demás números más grandes que él. Hoy me siento como esos personajes de Kundera y de Auster. Hoy lo pongo todo y lo multiplico por cero. Ya sé cuál es el resultado, sin embargo, hago la matemática y ésta nunca falla. Tan exacta, tan completa, tan cruel.

Espero el día que la matemática existencial sea alentadora, por lo menos para aquellos que aún contamos con los dedos de las manos y que jamás logramos dividir por dos cifras.

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