Palimpsesto. Eso fue lo primero que se me vino a la cabeza apenas terminé de leer la novela de Philip Roth, titulada "El pecho", en la cual el profesor David Keppesh despierta convertido en un seno -o dicho más coloquialmente, en una teta. La situación es muy similar e igual de inquietante a la que sufrió Gregorio Samsa, ese personaje infaltable de la literatura universal (La Metamorfosis). Kafka convierte a su personaje en un bicho, mientras que Roth convierte a su personaje en un seno. Sin saber cuál de los dos es es el más inquietante, llegan a mi mente imágenes de películas en las que las transformaciones están a la orden: "La mosca", "District 9", y toda esa cantidad de películas de Zombies y Vampiros y Licántropos que hay.
El concepto de palimpsesto establece que todos los libros ya se escribieron, que realmente ya todo está dicho, que ya alguien escribió esto que escribo ahora, que todos los textos son copias y/o adaptaciones de otros textos que conocemos o desconocemos.
Esto lo escribo desde esta habitación blanca donde los doctores me dejan usar mi computador. Dicen que es mejor que escriba todo lo que pueda antes de que me crezcan las antenas, las alas, los colmillos, y no sé qué más cosas.