Sabe que el 20 de Enero morirá. Se acaba de enterar. Un ataque al corazón es algo tan común en la gente de su edad que ya tenía el presentimiento de que eso le iba a suceder -aunque siempre pensó que iba a ser en un accidente aéreo. A pesar de ser una noticia triste, él se resigna y dice que bueno, que entiende y que tal vez sea lo mejor después de todos estos años haciendo tan poco y leyendo tanto.
Lo que más le llama la atención de todo esto es la forma cómo se enteró. Los doctores nunca le dijeron nada sobre su condición. Bueno, también es cierto que ellos no ven el futuro. Los últimos exámenes que se tomó, le indicaron que la presión arterial estaba perfecta, que bueno, que sí tenía los niveles de azúcar un poco altos, pero controlables. Siguió las recomendaciones del doctor. Cambió su dieta. Incluyó más verduras y vegetales, que es lo que más recomiendan en estos casos. Pero 2 días después llegó a su casa, prendió su computador -como era habitual-, se sirvió un vaso de agua de los ocho que le recomendaron, ingresó su nombre de usuario y contraseña en Facebook, abrió otra pestaña y ahí, sin proponérselo, escribió su nombre. Lo que vino a continuación fue un pantallazo de sitios en internet que lloraban, unos, y festejaban, otros, su muerte el 20 de Enero.